REFERENTES CONCEPTUALES


Esta investigación se orienta desde el concepto de estrategia de enseñanza, los postulados del modelo de estilos de aprendizaje VAK y la teoría del cerebro triuno, a la luz de diferentes autores que se relacionan a continuación.
 En primera instancia es necesario entender que actuar estratégicamente ante una actividad de enseñanza y aprendizaje supone ser capaz de tomar decisiones “concientes” para regular las condiciones que delimitan la actividad en cuestión y así lograr el objetivo perseguido. Como bien señala, Monereo, et al. (2007, p. 8), las estrategias de enseñanza implican enseñar al alumno a decidir concientemente los actos que realizara, enseñarle a modificar conscientemente su actuación cuando se oriente hacia el objetivo buscado y enseñarle a evaluar conscientemente el proceso de aprendizaje o de resolución seguido. Si se quiere optimizar la enseñanza de estrategias de aprendizaje, los docentes deben actuar estratégicamente cuando aprenden, sobre todo cuando enseñan una materia en particular; y ello debe reformularse en términos del control consiente que el docente será capaz de ejercer sobre sus procesos cognitivos de decisión. Esto supone también que, como docentes, es necesario reflexionar sobre la propia manera de planificar, presentar y evaluar los distintos contenidos de la materia que se enseña. Además, enseñarle al estudiante a conocerse mejor como aprendiz, a identificar el origen de sus dificultades, habilidades y preferencias en el momento de aprender, con el triple objetivo de, por un lado, tratar de anticipar y compensar sus lagunas y carencias durante el aprendizaje, en segundo lugar, conseguir un mejor ajuste entre sus expectativas de éxito y el rendimiento obtenido y, por ultimo favorecer la adaptación de las actividades y ejercicios presentados a sus propias características; en definitiva ayudarles a construir su propia identidad cognitiva.
Por consiguiente, lo que todo docente debe de hacer con la preparación de sus clases es hacer una evaluación formadora, en la cual no solo se comprobara la apropiación de los conocimientos sino también la calidad de personas que se están formando.
De igual manera, se debe resaltar que dentro de cualquier proceso de enseñanza y aprendizaje es indispensable tener en cuenta que cada individuo tiene una manera propia de ver e interpretar el mundo, es decir, tiene sus propias representaciones mentales. Desde la Programación Neuro-Lingüística que parte de los fundamentos de la teoría Constructivista, la cual define la realidad como una invención y no como un descubrimiento; se considera que el ser humano no opera directamente sobre el mundo real en que vive, sino que lo hace a través de mapas, representaciones, modelos a partir de los cuales genera y guía su conducta.
Los seres humanos tienen como sistema receptor para captar esta representación del entorno, la visión, el oído, el tacto, el gusto y el olfato. Con este sistema se codifica la información, se lleva al cerebro y se produce una respuesta de acuerdo con las experiencias previas y también dependiendo a la organización que se le da a los pensamientos. Cada individuo estructura sus pensamientos de forma diferente esto dependiendo del sistema líder de cada persona, es decir, si el sistema que más se utiliza es la vista, el sistema líder será el visual. Si predomina en la persona la utilización de la audición, el oído será su sistema líder, kinestésico si usa más las sensaciones corporales, el olfato y el gusto. Sambrano  (1997, p. 32).
En este sentido, es de gran relevancia en un proceso educativo tener en cuenta que cada persona posee un método propio a la hora de aprender, el cual tiende a ser global pero puede tener algunas modificaciones en el momento de ser aplicado de acuerdo al tema que se quiera aprender y a las condiciones en las que se encuentre. Esto es lo que se conoce como Estilo de Aprendizaje. Según Keefe (recogida por Alonso,  et al.  1994, p. 104-116) “Los estilos de aprendizaje son los rasgos cognitivos, afectivos y fisiológicos que sirven como indicadores relativamente estables, de cómo los alumnos perciben interacciones y responden a sus ambientes de aprendizaje”
Los rasgos cognitivos tienen que ver con la forma en que los estudiantes estructuran los contenidos, forman y utilizan conceptos, interpretan la información, resuelven los problemas, seleccionan medios de representación (visual, auditivo, kinestésico), etc. Los rasgos afectivos se vinculan con las motivaciones y expectativas que influyen en el aprendizaje, mientras que los rasgos fisiológicos están relacionados con el biotipo y el biorritmo del estudiante.
Los distintos modelos y teorías existentes sobre estilos de aprendizaje ofrecen un marco conceptual que nos permite entender los comportamientos diarios en el aula, cómo se relacionan con la forma en que están aprendiendo los alumnos y el tipo de acción que puede resultar más eficaz en un momento dado.
Existe una diversidad de concepciones teóricas que han abordado, explícitamente o implícitamente, los diferentes ‘estilos de aprendizaje’. Todas ellas tienen su atractivo, y en todo caso cada cual la seleccionará según qué aspecto del proceso de aprendizaje le interese.
Así, por ejemplo, Kolb se refiere a los estilos activo, reflexivo, teórico y pragmático (Alonso et al, 1994, p. 104), mientras que otros tienen en cuenta los canales de ingreso de la información. En este último sentido se consideran los estilos visual, auditivo y kinestésico, siendo el marco de referencia, en este caso, la Programación Neurolinguística, una técnica que permite mejorar el nivel de comunicación entre docentes y alumnos mediante el empleo de frases y actividades que comprendan las tres vías de acceso a la información: visual, auditiva y táctil. Pérez (2001).
Es así que se han intentado clasificar las diferentes teorías sobre estilos de aprendizaje a partir de un criterio que distingue entre selección de la información (estilos visual, auditivo y kinestésico), procesamiento de la información (estilos lógico y holístico), y forma de empleo de la información (estilos activo, reflexivo, teórico y pragmático).
En este trabajo se toma los estilos referidos a la selección de información que son: auditivo, visual y kinestésico; también conocidos como modelo VAK.
Los alumnos visuales piensan en imágenes que se van moviendo, cambiando o uniendo. La velocidad con que las cambian les permite pensar en varias cosas al mismo tiempo, así a veces parece que no terminen los razonamientos, porque en su cabeza ha aparecido una imagen que ha desplazado a la anterior. Almacenan la información rápidamente y en cualquier orden. Suelen ser alumnos organizados y tranquilos. Físicamente, poseen una expresión corporal escasa y una postura algo rígida. Su voz es aguda y el ritmo rápido, entrecortado. Suelen .ser muy cuidadosos en cuanto su aspecto externo: bien vestidos, peinados y maquillados.
Si los visuales piensan a través de un sistema circular, los auditivos lo hacen con un sistema lineal: se concentran en una sola idea, una idea continúa a la otra. Les molesta a veces cambiar de tema sin haberlo terminado de tratar. Son buenos para las ideas abstractas y para interpretar textos e instrucciones. Se expresan bien oralmente y al escribir buscan las palabras exactas para lo que quieren decir. En general, poseen un ritmo más lento que el de los visuales y pueden distraerse fácilmente. Su forma de almacenar la información es secuencial Físicamente, suelen tener el tórax desarrollado, la postura distendida y son de movimientos intermedios. Se señalan el oído y se tocan los labios con frecuencia, llenen una voz bien timbrada y tienden a inclinar la cabeza hacia atrás.
A los alumnos kinestésicos les influyen el ambiente y la comodidad. Utilizan imágenes e ideas abstractas y a veces pueden quedarse abstraídos en un tema. Tienen gran intuición y constatan las informaciones que les llegan de fuera con sus sensaciones y emociones. Les gusta tocarlo todo y gesticulan mucho, especialmente hacia sí mismos. Físicamente, su postura es muy distendida, su respiración baja, profunda y relajada y hablan despacio y con voz grave.
Los buenos programas de curso o de clase incluyen mucha variación:
Métodos auditivos: conferencias, debates, uso de casetes y laboratorio, dictados, lectura en voz alta, canciones, cualquier actividad que incluya hablar y escuchar música.
Métodos visuales: uso del retroproyector, pizarra, imágenes y colores; películas, videos, presentaciones; leer y dibujar.
Métodos kinestésicos: role-plays, ejercicios que impliquen movimiento físico, escribir; actuar, hacer algo. Rodríguez (1997).
Lo anterior, ligado a unas actitudes pedagógicas facilitadoras del proceso de desarrollo del cerebro total y de las dimensiones de la persona, así como a la investigación constante por parte del docente sobre metodologías actualizadas para la enseñanza, sin perder de vista las exploraciones y descubrimientos de la Neurociencia, cuyas influencias en las teorías del aprendizaje son inminentes, y de esta manera establecer un equilibrio entre el aprender a saber, el aprender a hacer y el aprender a ser.
En consecuencia, se deduce que las teorías enunciadas, ayudan a comprender que una metodología basada en experiencias interactivas y cotidianas, una motivación que propicie y favorezca la construcción de ambientes o escenarios de aprendizaje, contribuye al desarrollo pleno de las potencialidades del cerebro, proceso que permite al estudiante aplicar lo aprendido en la solución efectiva de problemas reales y del entorno, generar nuevo conocimiento en su área disciplinar, y contribuir a las transformaciones sociales aportando su creatividad y saberes necesarios para mejorar la calidad de vida.
Por otra parte, las investigaciones realizadas en los últimos años, van dejando constancia que los Estilos de aprendizaje están estrechamente relacionados con la forma en que los estudiantes aprenden, los profesores enseñan y cómo ambos interactúan en la relación de enseñanza y aprendizaje.
Está comúnmente aceptado que cada persona ha nacido con ciertas tendencias hacia determinados Estilos, pero estas características biológicas heredadas son influenciadas por la cultura, las experiencias previas, la maduración y el desarrollo (Cornett, 1983).
El Estilo puede ser considerado una variable contextual o construida, en tanto que lo que el aprendiz aporta a la experiencia de aprendizaje depende tanto de dicha experiencia como de los rasgos más sobresalientes de sus experiencias previas.
El carácter fronterizo del término de Estilos de aprendizaje hace que todavía exista cierta confusión terminológica y multiplicidad de definiciones vinculadas a los instrumentos diseñados para medirlos así como una relación muy particular entre Estilos de aprendizaje, Estrategias y Estilos cognitivos que se han resuelto en contra de los Estilos de aprendizaje que, a veces, se han visto absorbidos por los anteriores al poseer un menor corpus teórico.
Sin embargo, a pesar de todo el entramado de relaciones que mantiene con estos conceptos afines que se cree limitan su desarrollo, y la inexistencia de un concepto unívoco de Estilos, existe la firme creencia de que los Estilos de aprendizaje reflejan operaciones cognitivas básicas y elementos de fondo de la personalidad que cada individuo emplea de forma diferente en su relación con el entorno; es decir cómo cada sujeto posee y desarrolla, fruto de la interacción socio-cognitiva, una forma peculiar de pensar, sentir y actuar.
Por ello, se cree que los Estilos de aprendizaje se podrían definir como procedimientos generales de aprendizaje integrados por componentes cognitivos, afectivos y conductuales que se emplean de forma diferenciada para resolver situaciones problemáticas en distintos contextos.
Entre las definiciones más destacadas sobre Estilos de Aprendizaje tenemos: Dunn y Dunn (1979) “es un conjunto de características personales, biológicas o del desarrollo, que hacen que un método, o estrategia de enseñar sea efectivo en unos estudiantes e inefectivo en otros”. (pp. 238-244) 
Alonso y otros (1994) de acuerdo con Keefe (1988) explican que los Estilos de Aprendizaje son “los rasgos cognitivos, afectivos y fisiológicos que sirven como indicadores relativamente estables, de cómo los discentes perciben, interrelacionan y responden a sus ambientes de aprendizaje”.
Por otro lado,  De Gregori (2002), plantea, en relación con los EA visual, auditivo y kinestésico, que se puede también interpretar estos tres tipos de representaciones verbales (estilos de aprendizaje) como una subdivisión tríadica o tridimensional de la neocorteza: El cerebro izquierdo concentra las representaciones mas visuales de la realidad a través de palabras como: ver, observar, describir, color, líneas etc.; el cerebro derecho concentra las representaciones auditivas o sonoras de la realidad de palabras como: oír, hablar, cantar, armonía, alarma, etc.; el cerebro central concentra las representaciones kinestésicas del sentido del tacto, del gusto, del olfato, a través de palabras como: sentir, pegar, sufrir, agradable, sabroso, salado, etc.
En esta línea se incorpora el concepto de  "cerebro triuno", "tríada cerebral" o "tres en uno", que surge a partir de los estudios realizados por Sperry (citado en Campbell, et al.  2001, p. 579) y MacLean (1990, p. 9) y con base en estos descubrimientos,  la Dra. De Beauport (1994) inscribiéndose dentro de la corriente de pensamiento que se inicia con la Física Cuántica, desarrolla una conceptualización sobre el cerebro y las múltiples inteligencias.
Este modelo es la base para comprender la conformación de este órgano, donde se plantea que el cerebro humano está conformado por tres sistemas neurales interconectados y que cada uno tiene su específica y particular inteligencia, así como sus funciones propias y definidas las cuales vienen relacionadas en función del proceso de evolución y por consiguiente, del desarrollo de cada uno de los sistemas neurales los cuales se pueden mencionar de la siguiente manera: (a) Sistema -R, sistema reptílico o cerebro reptil; (b) Sistema o cerebro límbico; y (c) Neocorteza.
Sistema-R o Reptílico: Este sistema cerebral, según Mac Lean (1990, p. 16), viene siendo el más viejo de los cerebros, es decir, es el cerebro de los primeros ancestros el cual sigue realizando sus antiguas funciones, es el cerebro primitivo. Está ubicado en la parte superior de la médula espinal, en la base del cuello y absorbe información en forma de energía a través de la columna vertebral hasta los poros de la piel.
Su denominación proviene de que el referido científico encontró gran afinidad con los cerebros de los reptiles y es el cerebro que permite hacer las cosas instintivamente dentro de las que se puede mencionar: la seguridad, el sentido de territorio, las rutinas, los hábitos, los patrones, valores, condicionamiento, etc. Es hacer la acción; alejarse de las cosas que causan desagrado o acercarse a las cosas que son agradables, en ella reposan patrones de agresividad así como establecimiento de estructuras sociales.
El cerebro reptil necesita, oxigeno para mantenerse despierto, rituales para brindar seguridad y tranquilidad, sentir que pertenece al grupo y es que valioso, que es tenido en cuenta y apreciado, sentirse seguro en un ambiente donde no se sienta amenazado, el cerebro reptil es el responsable de la respuesta “luchar – huir”. Crear un ambiente de aprendizaje de baja amenaza y alto desafío tendrá tranquilo a al cerebro de reptil el cual se dispondrá al aprendizaje. 
Sistema-L o Cerebro Límbico: Es el cerebro que sigue en antigüedad, también es denominado Paleomamífero o cerebro mamífero, localizado detrás de la cara, envolviendo al cerebro Reptil y está conectado a la Neocorteza y de acuerdo a Mac Lean (1990, p. 17) quien dice que el hombre comparte este cerebro con los mamíferos inferiores "está básicamente envuelto en las experiencias y expresiones de la emoción tales como el amor, la alegría, el miedo, la depresión, el sentirse o no afectado y a su vez, controla el sistema autónomo del organismo". Está considerado como la conexión entre el viejo cerebro reptil y la neocorteza.
Para mantener un equilibrio emocional hay que crear espacios para la reflexión personal, construyendo creencias positivas y atmosferas de confianza y de vínculos afectivos con actividades desafiantes y motivadoras usando las emociones como una gran aliada y como estrategias de aprendizaje evitando lecciones largas y aburridas.
Neocorteza: Es el último cerebro, su nombre proviene de corteza nueva, siendo el cerebro más joven y de mayor evolución el cual permitió el desarrollo del Homo Sapiens, está dividido en dos (02) hemisferios (izquierdo y derecho) y es el que permite pensar hablar, percibir, imaginar, analizar y comportarse como seres civilizados, se encuentra ubicado sobre el sistema límbico y según Mac Lean (1990, p.17), en él se desarrollan una serie de células nerviosas dedicadas a la producción del lenguaje simbólico, a la función asociada a la lectura, escritura y aritmética. De igual manera, proporciona la procreación y preservación de las ideas que allí surgen, recibe las primeras señales de los ojos, oídos y piel ya que las del gusto y el olfato provienen del límbico.
Nuestro cerebro tri-uno trabaja conjuntamente, como si fuera uno. Estos tres sistemas dirigen nuestra vida. Somos guiados por la búsqueda de la novedad de la neocorteza, la búsqueda de placer del límbico y el deseo reptil de evitar el daño.
El modelo del Cerebro Triuno propone que existen diez (10) tipos de inteligencias distintas y a su vez complementarias, que le permiten al ser humano realizar las maravillas que hace. Las inteligencias que propone el modelo por cada uno de los sistemas cerebrales son las siguientes: Sistema Neocorteza: Inteligencias Racional, Asociativa, Espacial/ Visual /Auditiva, Intuitiva. El Sistema Límbico: Inteligencias Afectiva, De los Estados de ánimo, Motivacional y el Sistema Básico o Reptil: Inteligencias Básica, De los Patrones, De los Parámetros.